PERO EL AMOR, ESA PALABRA...
Oliveira se apoderó de la mano de la Maga y le contó atentamente los dedos. Después colocó la piedra sobre la palma, fue doblando los dedos uno a uno, y encima de todo puso un beso. La Maga vio que había cerrado los ojos y parecía como ausente. "Comediante", pensó enternecida...
De Rayuela, cap. 108
Julio Cortázar
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